LBLA
1
Y fue Abimelec, hijo de Jerobaal, a Siquem, a los hermanos de su madre, y habló
con ellos y con toda la familia de la casa del padre de su madre, diciendo:
2
Hablad, os ruego, a oídos de todos los señores de Siquem: "¿Qué es mejor para
vosotros, que setenta hombres, todos los hijos de Jerobaal, os gobiernen, o que un hombre os
gobierne?" Acordaos también de que yo soy hueso vuestro y carne vuestra.
3
Y los hermanos de su madre hablaron de él a oídos de todos los señores de
Siquem todas estas palabras; y su corazón se inclinó a favor de Abimelec, porque dijeron: Es nuestro
hermano.
4
Y le dieron setenta siclos de plata de la casa de Baal-berit, con los cuales
Abimelec contrató a hombres ociosos y temerarios que lo siguieron.
5
Y fue a la casa de su padre en Ofra y mató a sus hermanos, los hijos de
Jerobaal, setenta hombres, sobre una misma piedra. Pero Jotam, el hijo menor de Jerobaal, quedó,
porque se había escondido.
6
Entonces se reunieron todos los señores de Siquem y todo Bet-milo, y fueron e
hicieron rey a Abimelec junto a la encina del pilar que estaba en Siquem.
7
Cuando se lo contaron a Jotam, éste fue y se puso en la cumbre del monte
Gerizim, y alzando su voz clamó y les dijo: Escuchadme, señores de Siquem, para que Dios os
escuche.
8
Una vez los árboles fueron a ungir un rey para reinar sobre ellos, y dijeron al
olivo: "Reina sobre nosotros."
9
Pero el olivo les respondió: "¿He de dejar mi aceite, con el cual por mí son
honrados los dioses y los hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?"
10
Entonces los árboles dijeron a la higuera: "Ven tú, reina sobre
nosotros."
11
Pero la higuera les respondió: "¿He de dejar mi dulzura y mi buen fruto para ir
a mecerme sobre los árboles?"
12
Y los árboles dijeron a la vid: "Ven tú, reina sobre nosotros."
13
Pero la vid les respondió: "¿He de dejar mi mosto, que alegra a Dios y a los
hombres, para ir a mecerme sobre los árboles?"
14
Finalmente todos los árboles dijeron al espino: "Ven tú, reina sobre
nosotros."
15
Y el espino dijo a los árboles: "Si en verdad me ungís por rey sobre vosotros,
venid y refugiaos a mi sombra; y si no, salga fuego del espino y devore los cedros del
Líbano."
16
Ahora pues, si habéis obrado con verdad y con integridad haciendo rey a
Abimelec, y si habéis procedido bien con Jerobaal y con su casa, y si le habéis tratado conforme al
mérito de sus manos
17
(porque mi padre peleó por vosotros, y arriesgó su vida y os libró de la mano
de Madián;
18
pero vosotros os habéis levantado hoy contra la casa de mi padre, y habéis
matado a sus hijos, setenta hombres, sobre una misma piedra, y habéis hecho rey sobre los señores de
Siquem a Abimelec, hijo de su sierva, porque es vuestro hermano);
19
si, pues, habéis obrado hoy con verdad y con integridad con Jerobaal y con su
casa, regocijaos en Abimelec, y que él también se regocije en vosotros.
20
Y si no, salga fuego de Abimelec y devore a los señores de Siquem y a Bet-milo;
y salga fuego de los señores de Siquem y de Bet-milo y devore a Abimelec.
21
Y Jotam escapó y huyó, y se fue a Beer, y se quedó allí por miedo a su hermano
Abimelec.
22
Y Abimelec gobernó sobre Israel tres años.
23
Entonces Dios envió un espíritu malo entre Abimelec y los señores de Siquem; y
los señores de Siquem actuaron con traición contra Abimelec,
24
para que viniera la violencia hecha a los setenta hijos de Jerobaal, y recayera
la sangre de ellos sobre Abimelec su hermano que los mató, y sobre los señores de Siquem que
fortalecieron las manos de él para matar a sus hermanos.
25
Y los señores de Siquem pusieron contra él emboscadas en las cumbres de los
montes, y robaban a todos los que pasaban junto a ellos por el camino; y se le contó a
Abimelec.
26
Y Gaal, hijo de Ebed, vino con sus hermanos y se trasladaron a Siquem; y los
señores de Siquem pusieron su confianza en él.
27
Y salieron al campo y vendimiaron sus viñas, pisaron las uvas e hicieron
fiesta; y entrando en la casa de su dios, comieron y bebieron, y maldijeron a Abimelec.
28
Y Gaal, hijo de Ebed, dijo: ¿Quién es Abimelec, y qué es Siquem, para que
nosotros le sirvamos? ¿No es hijo de Jerobaal, y no es Zebul su oficial? Servid a los hombres de
Hamor, padre de Siquem; pero nosotros, ¿por qué hemos de servirle a él?
29
¡Quién diera que este pueblo estuviera bajo mi mano! Yo quitaría a Abimelec. Y
dijo a Abimelec: Aumenta tus ejércitos y sal.
30
Cuando Zebul, el gobernador de la ciudad, oyó las palabras de Gaal, hijo de
Ebed, se encendió en ira.
31
Y envió secretamente mensajeros a Abimelec, diciendo: He aquí, Gaal, hijo de
Ebed, y sus hermanos han venido a Siquem, y he aquí, están sublevando la ciudad contra ti.
32
Ahora pues, levántate de noche, tú y el pueblo que está contigo, y pon
emboscada en el campo.
33
Y por la mañana al salir el sol, te levantarás y atacarás la ciudad; y cuando
él y el pueblo que está con él salgan contra ti, harás con él según se presente la ocasión.
34
Abimelec y todo el pueblo que estaba con él se levantaron de noche y pusieron
emboscada contra Siquem en cuatro compañías.
35
Y Gaal, hijo de Ebed, salió y se puso a la entrada de la puerta de la ciudad; y
Abimelec y el pueblo que estaba con él se levantaron de la emboscada.
36
Al ver Gaal al pueblo, dijo a Zebul: Mira, gente que desciende de las cumbres
de los montes. Y Zebul le respondió: Tú ves la sombra de los montes como si fueran hombres.
37
Y Gaal volvió a hablar y dijo: Mira, gente que desciende de la parte más alta
de la tierra, y una compañía viene por el camino de la encina de los adivinos.
38
Entonces Zebul le dijo: ¿Dónde está ahora tu boca con que decías: "¿Quién es
Abimelec para que le sirvamos?" ¿No es este el pueblo que despreciaste? Sal ahora, por favor, y
pelea contra ellos.
39
Y Gaal salió al frente de los señores de Siquem y peleó contra Abimelec.
40
Pero Abimelec lo persiguió, pues él huyó delante de él, y cayeron muchos
heridos hasta la entrada de la puerta.
41
Y Abimelec se quedó en Aruma; pero Zebul echó a Gaal y a sus hermanos para que
no habitaran en Siquem.
42
Y aconteció al día siguiente, que el pueblo salió al campo, y se lo contaron a
Abimelec.
43
Y él tomó su gente y la dividió en tres compañías, y puso emboscada en el
campo; y cuando miró, he aquí que el pueblo salía de la ciudad, y se levantó contra ellos y los
mató.
44
Entonces Abimelec y la compañía que estaba con él corrieron y se apostaron a la
entrada de la puerta de la ciudad, y las otras dos compañías se lanzaron contra todos los que
estaban en el campo y los mataron.
45
Y Abimelec peleó contra la ciudad todo aquel día, y tomó la ciudad y mató al
pueblo que estaba en ella; luego arrasó la ciudad y la sembró de sal.
46
Al oír esto todos los señores de la torre de Siquem, entraron en la cripta del
templo de El-berit.
47
Y se le avisó a Abimelec que todos los señores de la torre de Siquem se habían
reunido.
48
Entonces Abimelec subió al monte Salmón, él y todo el pueblo que estaba con él;
y tomó Abimelec un hacha en su mano, cortó una rama de los árboles, la levantó y la puso sobre su
hombro. Y dijo al pueblo que estaba con él: Lo que me habéis visto hacer, apresuraos a hacerlo
también vosotros.
49
Y todo el pueblo cortó también cada uno su rama, y siguieron a Abimelec, y las
pusieron sobre la cripta y prendieron fuego a la cripta sobre ellos. Así murieron también todos los
de la torre de Siquem, como unos mil hombres y mujeres.
50
Después Abimelec fue a Tebes, y acampó contra Tebes y la tomó.
51
Pero había una torre fortificada en medio de la ciudad, y todos los hombres y
mujeres y todos los señores de la ciudad huyeron allí y se encerraron; y subieron a la azotea de la
torre.
52
Y Abimelec vino hasta la torre y peleó contra ella, y se acercó a la entrada de
la torre para prenderle fuego.
53
Pero una mujer arrojó una piedra de molino sobre la cabeza de Abimelec, y le
rompió el cráneo.
54
El entonces llamó apresuradamente al joven que le llevaba sus armas, y le dijo:
Saca tu espada y mátame, no sea que se diga de mí: "Una mujer lo mató." Y su escudero lo traspasó, y
murió.
55
Y cuando los hombres de Israel vieron que Abimelec había muerto, cada uno se
fue a su casa.
56
Así pagó Dios a Abimelec el mal que había hecho a su padre, matando a sus
setenta hermanos.
57
También hizo Dios volver sobre la cabeza de los hombres de Siquem toda su
maldad, y vino sobre ellos la maldición de Jotam, hijo de Jerobaal.
WLC
1
וַיֵּ֨לֶךְ אֲבִימֶ֤לֶךְ בֶּן־יְרֻבַּ֙עַל֙ שְׁכֶ֔מָה אֶל־אֲחֵ֖י אִמּ֑וֹ
וַיְדַבֵּ֣ר אֲלֵיהֶ֔ם וְאֶל־כָּל־מִשְׁפַּ֙חַת֙ בֵּית־אֲבִ֣י אִמּ֔וֹ לֵאמֹֽר׃
2
דַּבְּרוּ־נָ֞א בְּאָזְנֵ֨י כָל־בַּעֲלֵ֤י שְׁכֶם֙ מַה־טּ֣וֹב לָכֶ֔ם
הַמְשֹׁ֨ל בָּכֶ֜ם שִׁבְעִ֣ים אִ֗ישׁ כֹּ֚ל בְּנֵ֣י יְרֻבַּ֔עַל אִם־מְשֹׁ֥ל בָּכֶ֖ם אִ֣ישׁ אֶחָ֑ד
וּזְכַרְתֶּם֙ כִּֽי־עַצְמֵכֶ֣ם וּבְשַׂרְכֶ֔ם אָנֹֽכִי׃
3
וַיְדַבְּר֨וּ אֲחֵֽי־אִמּ֜וֹ עָלָ֗יו בְּאָזְנֵי֙ כָּל־בַּעֲלֵ֣י שְׁכֶ֔ם
אֵ֥ת כָּל־הַדְּבָרִ֖ים הָאֵ֑לֶּה וַיֵּ֤ט לִבָּם֙ אַחֲרֵ֣י אֲבִימֶ֔לֶךְ כִּ֥י אָמְר֖וּ אָחִ֥ינוּ
הֽוּא׃
4
וַיִּתְּנוּ־ל֗וֹ שִׁבְעִ֥ים כֶּ֙סֶף֙ מִבֵּ֣ית בַּֽעַל־בְּרִ֔ית
וַיִּשְׂכֹּ֨ר בָּהֶ֜ם אֲבִימֶ֗לֶךְ אֲנָשִׁ֤ים רֵיקִים֙ וּפֹ֣חֲזִ֔ים וַיֵּלְכ֖וּ אַחֲרָֽיו׃
5
וַיָּבֹ֣א בֵית־אָבִ֘יו֮ עָפְרָתָה֒ וַ֠יַּהֲרֹג אֶת־אֶחָ֨יו
בְּנֵֽי־יְרֻבַּ֜עַל שִׁבְעִ֤ים אִישׁ֙ עַל־אֶ֣בֶן אֶחָ֔ת וַיִּוָּתֵ֞ר יוֹתָ֧ם בֶּן־יְרֻבַּ֛לַל
הַקָּטֹ֖ן כִּ֥י נֶחְבָּֽא׃
6
וַיֵּאָסְפ֞וּ כָּל־בַּעֲלֵ֤י שְׁכֶם֙ וְכָל־בֵּ֣ית מִלּ֔וֹא וַיֵּלְכ֔וּ
וַיַּמְלִ֥יכוּ אֶת־אֲבִימֶ֖לֶךְ לְמֶ֑לֶךְ עִם־אֵל֥וֹן מֻצָּ֖ב אֲשֶׁ֥ר בִּשְׁכֶֽם׃
7
וַיַּגִּ֨דוּ לְיוֹתָ֜ם וַיֵּ֣לֶךְ וַ֠יַּעֲמֹד בְּרֹ֨אשׁ הַר־גְּרִזִ֜ים
וַיִּשָּׂ֥א קוֹל֣וֹ׀ וַיִּקְרָ֗א וַיֹּ֤אמֶר לָהֶם֙ שִׁמְע֤וּ אֵלַי֙ בַּעֲלֵ֣י שְׁכֶ֔ם וְיִשְׁמַ֥ע
אֲלֵיכֶ֖ם אֱלֹהִֽים׃
8
הָל֤וֹךְ הָֽלְכוּ֙ הָעֵצִ֔ים לִמְשֹׁ֥חַ עֲלֵיהֶ֖ם מֶ֑לֶךְ וַיֹּאמְר֥וּ
לַזַּ֖יִת מלוכה [מָלְכָ֥ה] עָלֵֽינוּ׃
9
וַיֹּ֤אמֶר לָהֶם֙ הַזַּ֔יִת הֶחֳדַ֙לְתִּי֙ אֶת־דִּשְׁנִ֔י אֲשֶׁר־בִּ֥י
יְכַבְּד֖וּ אֱלֹהִ֣ים וַאֲנָשִׁ֑ים וְהָ֣לַכְתִּ֔י לָנ֖וּעַ עַל־הָעֵצִֽים׃
10
וַיֹּאמְר֥וּ הָעֵצִ֖ים לַתְּאֵנָ֑ה לְכִי־אַ֖תְּ מָלְכִ֥י
עָלֵֽינוּ׃
11
וַתֹּ֤אמֶר לָהֶם֙ הַתְּאֵנָ֔ה הֶחֳדַ֙לְתִּי֙ אֶת־מָתְקִ֔י
וְאֶת־תְּנוּבָתִ֖י הַטּוֹבָ֑ה וְהָ֣לַכְתִּ֔י לָנ֖וּעַ עַל־הָעֵצִֽים׃
12
וַיֹּאמְר֥וּ הָעֵצִ֖ים לַגָּ֑פֶן לְכִי־אַ֖תְּ מָלְכִ֥י עָלֵֽינוּ׃
13
וַתֹּ֤אמֶר לָהֶם֙ הַגֶּ֔פֶן הֶחֳדַ֙לְתִּי֙ אֶת־תִּ֣ירוֹשִׁ֔י
הַמְשַׂמֵּ֥חַ אֱלֹהִ֖ים וַאֲנָשִׁ֑ים וְהָ֣לַכְתִּ֔י לָנ֖וּעַ עַל־הָעֵצִֽים׃
14
וַיֹּאמְר֥וּ כָל־הָעֵצִ֖ים אֶל־הָאָטָ֑ד לֵ֥ךְ אַתָּ֖ה
מְלָךְ־עָלֵֽינוּ׃
15
וַיֹּ֣אמֶר הָאָטָד֮ אֶל־הָעֵצִים֒ אִ֡ם בֶּאֱמֶת֩ אַתֶּ֨ם מֹשְׁחִ֤ים
אֹתִי֙ לְמֶ֣לֶךְ עֲלֵיכֶ֔ם בֹּ֥אוּ חֲס֖וּ בְצִלִּ֑י וְאִם־אַ֕יִן תֵּ֤צֵא אֵשׁ֙ מִן־הָ֣אָטָ֔ד
וְתֹאכַ֖ל אֶת־אַרְזֵ֥י הַלְּבָנֽוֹן׃
16
וְעַתָּ֗ה אִם־בֶּאֱמֶ֤ת וּבְתָמִים֙ עֲשִׂיתֶ֔ם וַתַּמְלִ֖יכוּ
אֶת־אֲבִימֶ֑לֶךְ וְאִם־טוֹבָ֤ה עֲשִׂיתֶם֙ עִם־יְרֻבַּ֣עַל וְעִם־בֵּית֔וֹ וְאִם־כִּגְמ֥וּל יָדָ֖יו
עֲשִׂיתֶ֥ם לֽוֹ׃
17
אֲשֶׁר־נִלְחַ֥ם אָבִ֖י עֲלֵיכֶ֑ם וַיַּשְׁלֵ֥ךְ אֶת־נַפְשׁ֖וֹ מִנֶּ֔גֶד
וַיַּצֵּ֣ל אֶתְכֶ֔ם מִיַּ֖ד מִדְיָֽן׃
18
וְאַתֶּם֙ קַמְתֶּ֣ם עַל־בֵּ֣ית אָבִ֔י הַיּ֕וֹם וַתַּהַרְג֥וּ
אֶת־בָּנָ֖יו שִׁבְעִ֣ים אִ֑ישׁ עַל־אֶ֣בֶן אֶחָ֔ת וַתַּמְלִ֣יכוּ אֶת־אֲבִימֶ֗לֶךְ בֶּן־אֲמָתוֹ֙
עַל־בַּעֲלֵ֣י שְׁכֶ֔ם כִּ֥י אֲחִיכֶ֖ם הֽוּא׃
19
וְאִם־בֶּאֱמֶ֨ת וּבְתָמִ֜ים עֲשִׂיתֶ֗ם עִם־יְרֻבַּ֣עַל וְעִם־בֵּיתוֹ֮
הַיּוֹם הַזֶּה֒ שִׂמְח֖וּ בַּאֲבִימֶ֑לֶךְ וְיִשְׂמַ֥ח גַּם־ה֖וּא בָּכֶֽם׃
20
וְאִם־אַ֕יִן תֵּ֤צֵא אֵשׁ֙ מִֽאֲבִימֶ֔לֶךְ וְתֹאכַל֙ אֶת־בַּעֲלֵ֣י
שְׁכֶ֔ם וְאֶת־בֵּ֖ית מִלּ֑וֹא וְתֵצֵ֨א אֵ֜שׁ מִבַּעֲלֵ֤י שְׁכֶם֙ וּמִבֵּ֣ית מִלּ֔וֹא וְתֹאכַ֖ל
אֶת־אֲבִימֶֽלֶךְ׃
21
וַיָּ֤נָס יוֹתָם֙ וַיִּבְרַ֔ח וַיֵּ֖לֶךְ בְּאֵרָ֑ה וַיֵּ֣שֶׁב שָׁ֔ם
מִפְּנֵ֖י אֲבִימֶ֥לֶךְ אָחִֽיו׃
22
וַיָּ֧שַׂר אֲבִימֶ֛לֶךְ עַל־יִשְׂרָאֵ֖ל שָׁלֹ֥שׁ שָׁנִֽים׃
23
וַיִּשְׁלַ֤ח אֱלֹהִים֙ ר֣וּחַ רָעָ֔ה בֵּ֣ין אֲבִימֶ֔לֶךְ וּבֵ֖ין
בַּעֲלֵ֣י שְׁכֶ֑ם וַיִּבְגְּד֧וּ בַעֲלֵי־שְׁכֶ֛ם בַּאֲבִימֶ֖לֶךְ׃
24
לָב֣וֹא׀ חֲמַ֣ס שִׁבְעִ֗י בֶּן־יְרֻבַּ֙עַל֙ וְאֶת־דָּמָ֔ם לָשׂ֞וּם
עַל־אֲבִימֶ֤לֶךְ אֲחִיהֶם֙ אֲשֶׁ֣ר הָרַ֣ג אוֹתָ֔ם וְעַל֙ בַּעֲלֵ֣י שְׁכֶ֔ם אֲשֶׁר־חִזְּק֥וּ
אֶת־יָדָ֖יו לַהֲרֹ֥ג אֶת־אֶחָֽיו׃
25
וַיָּשִׂ֩ימוּ ל֨וֹ בַעֲלֵ֤י שְׁכֶם֙ מְאָ֣רְבִ֔ים עַ֖ל רָאשֵׁ֣י הֶהָרִ֑ים
וַיִּגְזְל֗וּ אֵ֤ת כָּל־אֲשֶׁר־יַעֲבֹר֙ עֲלֵיהֶ֔ם בַּדָּ֖רֶךְ וַיֻּגַּ֥ד לַאֲבִימֶֽלֶךְ׃
26
וַיָּבֹ֣א גַּ֗עַל בֶּן־עֶ֙בֶד֙ וְאֶחָ֔יו וַיַּעַבְר֖וּ בִּשְׁכֶ֑ם
וַיִּבְטְחוּ־ב֖וֹ בַּעֲלֵ֥י שְׁכֶֽם׃
27
וַיֵּצְא֨וּ הַשָּׂדֶ֜ה וַיִּבְצְר֣וּ אֶת־כַּרְמֵיהֶ֗ם וַיִּדְרְכוּ֙
וַיַּעֲשׂ֣וּ הִלּוּלִ֔ים וַיָּבֹ֖אוּ בֵּ֣ית אֱלֹהֵיהֶ֑ם וַיֹּֽאכְלוּ֙ וַיִּשְׁתּ֔וּ וַיְקַלְל֖וּ
אֶת־אֲבִימֶֽלֶךְ׃
28
וַיֹּ֣אמֶר׀ גַּ֣עַל בֶּן־עֶ֗בֶד מִֽי־אֲבִימֶ֤לֶךְ וּמִֽי־שְׁכֶם֙ כִּ֣י
נַעַבְדֶ֔נּוּ הֲלֹ֥א בֶן־יְרֻבַּ֖עַל וּזְבֻ֣ל פְּקִיד֑וֹ עִבְד֗וּ אֶת־אַנְשֵׁ֤י חֲמוֹר֙ אֲבִ֣י
שְׁכֶ֔ם וּמַדּ֖וּעַ נַעַבְדֶ֥נּוּ אֲנָֽחְנוּ׃
29
וּמִֽי־יִתֵּ֞ן אֶת־הָעָ֥ם הַזֶּ֛ה בְּיָדִ֖י וְאָסִ֣ירָה אֶת־אֲבִימֶ֑לֶךְ
וַיֹּ֙אמֶר֙ לַאֲבִימֶ֔לֶךְ רַבֶּ֥ה צְבָאֲךָ֖ וָצֵֽאָה׃
30
וַיִּשְׁמַ֗ע זְבֻל֙ שַׂר־הָעִ֔יר אֶת־דִּבְרֵ֖י גַּ֣עַל בֶּן־עָ֑בֶד
וַיִּ֖חַר אַפּֽוֹ׃
31
וַיִּשְׁלַ֧ח מַלְאָכִ֛ים אֶל־אֲבִימֶ֖לֶךְ בְּתָרְמָ֣ה לֵאמֹ֑ר הִנֵּ֣ה
גַ֗עַל בֶּן־עֶ֙בֶד֙ וְאֶחָ֔יו בָּאִ֖ים שְׁכֶ֑מָה וְהִנָּ֛ם צָרִ֥ים אֶת־הָעִ֖יר עָלֶֽיךָ׃
32
וְעַתָּה֙ ק֣וּם לַ֔יְלָה אַתָּ֖ה וְהָעָ֣ם אֲשֶׁר־אִתָּ֑ךְ וֶאֱרֹ֖ב
בַּשָּׂדֶֽה׃
33
וְהָיָ֤ה בַבֹּ֙קֶר֙ כִּזְרֹ֣חַ הַשֶּׁ֔מֶשׁ תַּשְׁכִּ֖ים וּפָשַׁטְתָּ֣
עַל־הָעִ֑יר וְהִנֵּה־הוּא֩ וְהָעָ֨ם אֲשֶׁר־אִתּ֤וֹ יֹצְאִים֙ אֵלֶ֔יךָ וְעָשִׂ֣יתָ לּ֔וֹ כַּאֲשֶׁ֖ר
תִּמְצָ֥א יָדֶֽךָ׃
34
וַיָּ֧קָם אֲבִימֶ֛לֶךְ וְכָל־הָעָ֥ם אֲשֶׁר־עִמּ֖וֹ לָ֑יְלָה
וַיֶּאֶרְב֣וּ עַל־שְׁכֶ֔ם אַרְבָּעָ֖ה רָאשִֽׁים׃
35
וַיֵּצֵ֣א גַ֠עַל בֶּן־עֶ֨בֶד וַיַּעֲמֹ֜ד פֶּ֣תַח שַׁ֤עַר הָעִיר֙
וַיָּ֧קָם אֲבִימֶ֛לֶךְ וְהָעָ֥ם אֲשֶׁר־אִתּ֖וֹ מִן־הַמַּאְרָֽב׃
36
וַיַּרְא־גַ֘עַל֮ אֶת־הָעָם֒ וַיֹּ֣אמֶר אֶל־זְבֻ֔ל הִנֵּה־עָם֙ יוֹרֵ֣ד
מֵרָאשֵׁ֣י הֶהָרִ֔ים וַיֹּ֤אמֶר אֵלָיו֙ זְבֻ֔ל אֵ֣ת צֵ֧ל הֶהָרִ֛ים אַתָּ֥ה רֹאֶ֖ה
כָּאֲנָשִֽׁים׃
37
וַיֹּ֨סֶף ע֤וֹד גַּ֙עַל֙ לְדַבֵּ֔ר וַיֹּ֕אמֶר הִנֵּה־עָם֙ יוֹרְדִ֔ים
מֵעִ֖ם טַבּ֣וּר הָאָ֑רֶץ וְרֹאשׁ־אֶחָ֣ד בָּ֔א מִדֶּ֖רֶךְ אֵל֥וֹן מְעוֹנְנִֽים׃
38
וַיֹּ֨אמֶר אֵלָ֜יו זְבֻ֗ל אַיֵּ֨ה אֵפ֥וֹא פִ֙יךָ֙ אֲשֶׁ֣ר תֹּאמַ֔ר מִ֥י
אֲבִימֶ֖לֶךְ כִּ֣י נַעַבְדֶ֑נּוּ הֲלֹ֨א זֶ֤ה הָעָם֙ אֲשֶׁ֣ר מָאַ֣סְתָּה בּ֔וֹ צֵא־נָ֥א עַתָּ֖ה
וְהִלָּ֥חֶם בּֽוֹ׃
39
וַיֵּ֥צֵא גַ֖עַל לִפְנֵ֣י בַעֲלֵֽי־שְׁכֶ֑ם וַיִּלָּ֖חֶם
בַּאֲבִימֶֽלֶךְ׃
40
וַיִּרְדְּפֵ֣הוּ אֲבִימֶ֔לֶךְ וַיָּ֖נָס מִפָּנָ֑יו וַיִּפְּל֥וּ
חֲלָלִ֛ים רַבִּ֖ים עַד־פֶּ֥תַח הַשָּֽׁעַר׃
41
וַיֵּ֥שֶׁב אֲבִימֶ֖לֶךְ בָּארוּמָ֑ה וַיְגָ֧רֶשׁ זְבֻ֛ל אֶת־גַּ֥עַל
וְאֶת־אֶחָ֖יו מִשֶּׁ֥בֶת בִּשְׁכֶֽם׃
42
וַֽיְהִי֙ מִֽמָּחֳרָ֔ת וַיֵּצֵ֥א הָעָ֖ם הַשָּׂדֶ֑ה וַיַּגִּ֖דוּ
לַאֲבִימֶֽלֶךְ׃
43
וַיִּקַּ֣ח אֶת־הָעָ֗ם וַיֶּֽחֱצֵם֙ לִשְׁלֹשָׁ֣ה רָאשִׁ֔ים וַיֶּאֱרֹ֖ב
בַּשָּׂדֶ֑ה וַיַּ֗רְא וְהִנֵּ֤ה הָעָם֙ יֹצֵ֣א מִן־הָעִ֔יר וַיָּ֥קָם עֲלֵיהֶ֖ם וַיַּכֵּֽם׃
44
וַאֲבִימֶ֗לֶךְ וְהָֽרָאשִׁים֙ אֲשֶׁ֣ר עִמּ֔וֹ פָּשְׁט֕וּ וַיַּ֣עַמְד֔וּ
פֶּ֖תַח שַׁ֣עַר הָעִ֑יר וּשְׁנֵ֣י הָרָאשִׁ֗ים פָּ֥שְׁט֛וּ עַֽל־כָּל־אֲשֶׁ֥ר בַּשָּׂדֶ֖ה
וַיַּכּֽוּם׃
45
וַאֲבִימֶ֜לֶךְ נִלְחָ֣ם בָּעִ֗יר כֹּ֚ל הַיּ֣וֹם הַה֔וּא וַיִּלְכֹּד֙
אֶת־הָעִ֔יר וְאֶת־הָעָ֥ם אֲשֶׁר־בָּ֖הּ הָרָ֑ג וַיִּתֹּץ֙ אֶת־הָעִ֔יר וַיִּזְרָעֶ֖הָ מֶֽלַח׃
46
וַיִּשְׁמְע֔וּ כָּֽל־בַּעֲלֵ֖י מִֽגְדַּל־שְׁכֶ֑ם וַיָּבֹ֔אוּ
אֶל־צְרִ֖יחַ בֵּ֥ית אֵֽל־בְּרִֽית׃
47
וַיֻּגַּ֖ד לַאֲבִימֶ֑לֶךְ כִּ֣י הִֽתְקַבְּצ֔וּ כָּֽל־בַּעֲלֵ֖י
מִֽגְדַּל־שְׁכֶֽם׃
48
וַיַּ֨עַל אֲבִימֶ֜לֶךְ הַר־צַלְמ֗וֹן הוּא֮ וְכָל־הָעָ֣ם אֲשֶׁר־אִתּוֹ֒
וַיִּקַּ֨ח אֲבִימֶ֜לֶךְ אֶת־הַקַּרְדֻּמּ֣וֹת בְּיָד֗וֹ וַיִּכְרֹת֙ שׂוֹכַ֣ת עֵצִ֔ים וַיִּשָּׂאֶ֙הָ֙
וַיָּ֣שֶׂם עַל־שִׁכְמ֔וֹ וַיֹּ֜אמֶר אֶל־הָעָ֣ם אֲשֶׁר־עִמּ֗וֹ מָ֤ה רְאִיתֶם֙ עָשִׂ֔יתִי מַהֲר֖וּ
עֲשׂ֥וּ כָמֽוֹנִי׃
49
וַיִּכְרְת֨וּ גַם־כָּל־הָעָ֜ם אִ֣ישׁ שׂוֹכֹ֗ה וַיֵּ֨לְכ֜וּ אַחֲרֵ֤י
אֲבִימֶ֙לֶךְ֙ וַיָּשִׂ֣ימוּ עַל־הַצְּרִ֔יחַ וַיַּצִּ֧יתוּ עֲלֵיהֶ֛ם אֶת־הַצְּרִ֖יחַ בָּאֵ֑שׁ
וַיָּמֻ֜תוּ גַּ֣ם כָּל־אַנְשֵׁ֤י מִֽגְדַּל־שְׁכֶם֙ כְּאֶ֔לֶף אִ֖ישׁ וְאִשָּֽׁה׃
50
וַיֵּ֥לֶךְ אֲבִימֶ֖לֶךְ אֶל־תֵּבֵ֑ץ וַיִּ֥חַן בְּתֵבֵ֖ץ
וַֽיִּלְכְּדָֽהּ׃
51
וּמִגְדַּל־עֹז֮ הָיָ֣ה בְתוֹךְ־הָעִיר֒ וַיָּנֻ֨סוּ שָׁ֜מָּה
כָּל־הָאֲנָשִׁ֣ים וְהַנָּשִׁ֗ים וְכֹל֙ בַּעֲלֵ֣י הָעִ֔יר וַיִּסְגְּר֖וּ בַּעֲדָ֑ם וַֽיַּעֲל֖וּ
עַל־גַּ֥ג הַמִּגְדָּֽל׃
52
וַיָּבֹ֤א אֲבִימֶ֙לֶךְ֙ עַד־הַמִּגְדָּ֔ל וַיִּלָּ֖חֶם בּ֑וֹ וַיִּגַּ֛שׁ
עַד־פֶּ֥תַח הַמִּגְדָּ֖ל לְשָׂרְפ֥וֹ בָאֵֽשׁ׃
53
וַתַּשְׁלֵ֞ךְ אִשָּׁ֥ה אַחַ֛ת פֶּ֥לַח רֶ֖כֶב עַל־רֹ֣אשׁ אֲבִימֶ֑לֶךְ
וַתָּ֖רִץ אֶת־גֻּלְגָּלְתּֽוֹ׃
54
וַיִּקְרָ֨א מְהֵרָ֜ה אֶל־הַנַּ֣עַר׀ נֹשֵׂ֣א כֵלָ֗יו וַיֹּ֤אמֶר לוֹ֙
שְׁלֹ֤ף חַרְבְּךָ֙ וּמ֣וֹתְתֵ֔נִי פֶּן־יֹ֥אמְרוּ לִ֖י אִשָּׁ֣ה הֲרָגָ֑תְהוּ וַיִּדְקְרֵ֥הוּ נַעֲר֖וֹ
וַיָּמֹֽת׃
55
וַיִּרְא֥וּ אִֽישׁ־יִשְׂרָאֵ֖ל כִּ֣י מֵ֣ת אֲבִימֶ֑לֶךְ וַיֵּלְכ֖וּ
אִ֥ישׁ לִמְקֹמֽוֹ׃
56
וַיָּ֣שֶׁב אֱלֹהִ֔ים אֵ֖ת רָעַ֣ת אֲבִימֶ֑לֶךְ אֲשֶׁ֤ר עָשָׂה֙ לְאָבִ֔יו
לַהֲרֹ֖ג אֶת־שִׁבְעִ֥ים אֶחָֽיו׃
57
וְאֵ֗ת כָּל־רָעַת֙ אַנְשֵׁ֣י שְׁכֶ֔ם הֵשִׁ֥יב אֱלֹהִ֖ים בְּרֹאשָׁ֑ם
וַתָּבֹ֣א אֲלֵיהֶ֔ם קִֽלֲלַ֖ת יוֹתָ֥ם בֶּן־יְרֻבָּֽעַל׃